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Desde la azotea de una polifacética ligeramente pirada...

Girasoles para la Pretty

Girasoles para la Pretty

Girasoles para la Pretty , que se va y a ella le encantan...
El primer blog que enlacé, punto de referencia y acogedor lugar en el que pasaba largos y agradables ratos.
No es el primer blog de mis favoritos que cierra cuando apenas he empezado a disfrutarlo, pero este me sabe mal especialmente.
Pretty espero (para que negarlo) que algún día vuelvas. Te lo debe decir mucha gente, y tu debes tener tus motivos para "cerrar" el blog.
En fin, mucha suerte en tu andadura y gracias por todo lo que has compartido en este tiempo.
Besos :***

Imagen: Patrick Denoun
01:09 p.m. Escuchando: a los pájaros

Ira

Ira

La ira es una intrusa explosiva que suele causar más daños en el que la siente, que en el que la recibe. A mi cuando estalla en pedazos desde mi garganta, me crea de inmediato un efecto implosivo que puede durar horas, incluso días, y que va despedazándome por dentro hasta que consigue hacer de mi alma un polvillo cristalino que se me clava en el vientre para hacerme llorar lágrimas de impotencia.
Tengo buenos sistemas de seguridad para impedir que entre en mi vida, pero hay seres sumamente hábiles que son capaces de atravesar todas las barreras y encender la mecha para una nueva y violenta explosión dentro de mi.
A esos salteadores de paciencias la metralla apenas si les roza. Es en mis carnes donde se incrusta, ardiendo, gritándome orgullosa que otra vez me ha vencido.
Aún me está quemando, y la explosión fue hace horas. Otra vez seres perezosos y aprovechados, que sueñan la vida porque vivirla les da miedo, que no han luchado nunca, y se te acercan por detrás para robarte la cartera de tus batallas ganadas, de tus pequeños triunfos paridos con dolor y crecidos entre las piedras, casi sin sol ni agua. Esos seres intervencionistas, enterados, histriónicos y mentirosos, a veces consiguen desactivar mi complejo sistema de alarmas, y la ira entra, centrífuga, veloz y caliente, relamiéndose por el festín que va a darse conmigo.
Aún me duele, mientras peleo con ella a muerte porque intenta que sus hermanos, la rabia y el odio, entren por las ventanas de mi vulnerabilidad y acaben con mi autoestima y con todo asomo de buenas intenciones.
Voy a intentar ignorarlos, y a lamerme las heridas. Buenas noches

02:28 a.m. Escuchando: la implosión que avanza por mis venas como lava....

Tarde de campo y un susto

Tarde de campo y un susto

Ayer me fuí a pasear después del trabajo, a recorrer los caminos cercanos a la masía donde viví durante dos años, a perderme en la soledad y el silencio de la Naturaleza. Eso me hace sentirme yo misma, libre, segura, en mi elemento.
Conozco muy bien esos montes. A pesar de los recuerdos fracturados y paranoicos que podría traerme a la memoria ese paisaje, sólo me trae el aire limpio saturado de verde, el silencio preñado de pájaros, la paz fresca del agua, la integración total.
Hice unas cuantas fotografías, que os invito a ver en el fotoblog , aunque sin duda ni siquiera esos instantes cazados al vuelo por la máquina pueden captar toda la esencia de lo que hace que mi sangre corra más ligera y llena de vida cuando estoy allí.
En el camino tuve un ligero percance. Puse en serios apuros a un buen amigo, pero logré sacarlo no sin dificultad y una buena dosis de pánico, porque primero creí que se quedaba allí, y después que se ponía cabeza abajo. En la foto en primer plano, el apuro; al fondo, el amigo, ya fuera de peligro ;)

Imagen: Moonsa
02:35 p.m. Escuchando: Muse - "Time is running out"

El Ocaso de los Dioses

El Ocaso de los Dioses

EL DOMINGO FUI AL LICEU. Si, en mayúsculas, porque fue una tarde-noche memorable.
El montaje del Ocaso de los Dioses , cuarta y última parte de la tetralogía del Anillo del Nibelungo , de Richard Wagner , era espectacular (a pesar de que uno de mis amigos sostenía que las luces cuadrangulares en el fondo del escenario parecían una discoteca, y en algunos momentos si recordaban esos efectos), el reparto era excelente y el teatro del Liceu un marco perfecto para las casi cinco horas que nos pasaron volando.
Volando, y en una nube, de la que ni siquiera nos bajamos al terminar.
El público les dedicó a los artistas una de esas ovaciones largas y plagadas de bravos que llenan el espacio de calor y emoción. Y después tuvimos el privilegio de entrar en las entrañas del teatro, tomarnos una copita de cava (era el día del estreno), e incluso saludar a algunos de los cantantes.
La verdad, no quiero meterme a crítico de ópera , porque ni me considero autorizada ni me hace mucha gracia la profesión de crítico en general, pero al menos intentaré haceros una crónica “sui generis”.
La estética del montaje era un poquito marciana, con estructuras de metal y una especie de antenas parabólicas, pero muy lograda, con muchos cambios de decorado y múltiples aberturas que hacían que las entradas y salidas de los personajes fueran de algún modo mágicas, lo cual le venía estupendamente al argumento.
Brunhilde, la walkyria protagonista, encarnada por la norteamericana Deborah Polaski, fue una auténtica creación. La soprano no sólo dominaba la escena con su voz, que lo hacía, porque de todos los cantantes era la que más claramente se escuchaba sobre la orquesta, lo cual tratándose de Wagner es casi una proeza, sino también con un talento de actriz con el que demostró una vez más la grandeza de la ópera como espectáculo total.
El tenor, que representaba al héroe, Sigfried, para mi gusto no estuvo tan acertado (no tengo suerte con los tenores wagnerianos), un poco forzado en su interpretación, y en varios momentos algo justo de voz.
En cuanto al Sr. Salminen, el bajo, hizo un Hagen extraordinario. Es un finlandés enorme (creo que mide más de dos metros, y además tiene una prominente barriga) con un vozarrón totalmente acorde con su talla y grandes dotes interpretativas.
El resto del elenco estuvo estupendo, a pesar de que al inicio del espectáculo anunciaron por megafonía que el barítono pedía comprensión porque iba a cantar aquejado de un ataque de alergia, que por cierto no se le notó lo más mínimo.
Una tarde-noche de ópera de esas que “hacen afición” como dicen los fuboleros.
Y no quiero olvidarme, sobre todo, del mayor lujo de la función. Los tres caballeros que me acompañaban, a cual más apuesto y galante, y el entrañable señor con el que nos encontramos en los camerinos, todo un erudito de la ópera además de una persona encantadora.
Un detalle que quiero mencionar: hoy por hoy en el Liceu se ven modelos de los más variopintos, desde el traje de tiros largos más pomposo (una señora que llevaba sobre la falda una especie de tul negro con bordados y pasamanería) hasta el atuendo más informal (una chica que llevaba un pantalón de lona gris y una rebeca que tenía que haber visto muchas excursiones por la montaña antes de llegar al teatro),y que incluso los artistas, lejos de aquellos lujos que antaño les rodeaban, llevan atuendos normales (el cant ante que encarnaba a Alberich, llevaba un tejano y una camisa de cuadros que junto a su barba le hacían tener un look de Quico el progre genial).
A destacar la sencillez con la que nos recibió Deborah Polaski para firmarle un autógrafo al más joven de mis amigos (tan azorado que tuve que empujarle literalmente dentro del camerino) y que nada tenía que ver con la imagen que solemos tener de las divas de la lírica.
Una gozada oigan, en todos los aspectos, que recomiendo encarecidamente.
Aquí hago un mutis por el foro dignísimo, envuelta en tules, con la cabeza erguida, escuchando con deleite la ovación del público...
Y entre bambalinas me despiertan los platos por fregar, cuatro gatos hambrientos y un montón de trabajo que se me ha acumulado este finde. No me importa, mereció la pena ;).

Imagen: Moonsa
01:32 p.m. Escuchando: Berrogüeto - "Nanatsu"

La alumna con botas

La alumna con botas

Si, son de una alumna mía. Tiene 21 años y viene a las clases de canto e interpretación desde hace pocos meses. Ayer cuando llegó me dijo entusiasmada “Mira que me he comprado!” y arremangándose los pantalones de campanísima de color rojo subido, me enseñó las botas que veis más arriba. Casi me da algo, porque lo primero que pensé es en cómo demonios iba a ir al ensayo de coreografía con semejantes zancos. Pero no, en una bolsa llevaba los zapatos a los que ella llama cómodos...que son una especie de deportivas negras con una plataforma nivelada de goma de unos 10-12 cm...
Ya en el ensayo, después de que la profesora de danza jazz tuviera el mismo sobresalto que yo, se las quitó, y las dejó al pié del escenario. Todos los que llegaban preguntaban si alguien iba a llevar aquellas botas en el espectáculo, a lo que yo contestaba divertida que no, que las botas eran de Neus, y que eran las que llevaba puestas cuando llegó. Ella también se reía.
Y la menda, que lo fotografía casi todo (el casi es porque para llegar al todo necesito una máquina ....bueno terriblemente más cara XD) se apresuró a pedirle que me dejara fotografiarlas.
Eso hice, y hoy después de ponerlas sobre este alucinógeno fondo de colores, me he puesto a buscar enlaces psicodélicos.
He encontrado unos cuantos bastante interesantes. Por ejemplo la página de esta artista,o de este otro.
Tanbién he dado con algunas animaciones, algunas mareantes, otras más bien alucinantes. He tropezado con caleidoscopios varios y configurables , e incluso un juego con el que puedes crear tus propias psicodelias “musicales”.
El paseo me ha llevado inevitablemente a los años 60 y también a los 70.
El viaje a través de mi túnel del tiempo particular ha terminado con un aterrizaje forzoso. ¿Por qué? Pues porque cuando me he encontrado chafardeando aquí, he alucinado tanto que he terminado por llegar, aún no se cómo, a esta página.
En este punto he decidido que debía suspender urgentemente mi exploración, a riesgo de sufrir daños en mi salud mental. :D
"Pásenmele" bien ;)

Imagen: Moonsa (sobre un fondo de Soho Study)

10:14 p.m. Escuchando: Pixies - "River Euphrates"

I don't like mondays...

I don't like mondays...

Algunos lunes deberían poder convertirse en domingo, para descansar en ellos del fin de semana.

Imagen: Moonsa
12:42 p.m. Escuchando: pajaritos...

Decisiones (Parte II)

Decisiones (Parte II)

No se asusta, sólo le parece que está flotando en un mundo irreal que acaba de crecer a su alrededor como un gigantesco diorama. Por eso no duda en levantar la cabeza de la mujer, que descansa apoyada en la mesa, cogiéndola por el pelo con cuidado. Los rasgos otrora sensuales y redondeados del rostro de la esposa del director, emergen en la penumbra, ahora pálidos y angulosos, como una bofetada.
Deposita otra vez la cabeza con cuidado sobre el escritorio. Con una sangre fría que desconocía poseer, le toma el pulso, en las muñecas y en el cuello. Está muerta, si, su sola frialdad inerte lo proclama tan llamativamente como un cartel de neón. Y el pulso lo confirma.
Respira hondo y mira en el bolso de la muerta. Pastillas. No hay sangre, por eso ha imaginado desde el primer momento que ha ingerido alguna dosis letal de algún fármaco. Da unos pasos hacia la pared del fondo, donde debería estar su objetivo.
Por un momento su cabeza se llena de voces, de imágenes vertiginosas que amenazan con acabar con su cordura definitivamente. Lo aleja todo de sí con un brusco movimiento de cabeza. Fuera. Fuera. Tiene que llegar hasta el final. La muerta ya no importa. Y ella no notificará lo ocurrido. Eso es lo que haría un ciudadano responsable, y ella ya no lo es.
La música sigue sonando. Llega desde la ventana abierta, desde la calle. Al fin y al cabo allí nunca ha habido nadie, se dice. Sólo la silueta desmadejada de lo que algún día fue una mujer.
Se acerca a la rejilla de ventilación. Sabe que puede abrirse sólo haciendo palanca, y así lo hace, con el abrecartas. Clic, y ya está en su mano, sucia y añosa como las deudas del hombre que acaba de quedarse viudo sin saberlo.
Mete la mano en el hueco, tanteando la pared. Él se lo había mostrado hacía ya mucho tiempo, pero le aseguró que si lo cambiaba de lugar se lo diría. Y ella le creyó. Aquel empresario soñador y vanidoso no confiaba en nadie más que en ella. O sería mejor decir que no confiaba en nada más que en la curva de sus pechos bajo su mano temblorosa, en tantas noches de hotel. Mudas, sin cariño, sin gemidos, sólo como la culminación de un ansia oculta para el uno, y el cumplimiento de un sórdido deber autoimpuesto por la debilidad de la otra.
Nota una irregularidad en la pared, alarga más el brazo, y encuentra el borde de la placa de metal pintada de blanco. Tira de ella con las uñas, y la placa cae al suelo del pasadizo de ventilación levantando una nube de polvo de yeso blanco, con un ruido seco, que rebota en las paredes de la estrecha abertura y le devuelve un eco tenue y cansado.
Palpa con cuidado en la nueva oquedad que la placa ha dejado al descubierto, y alcanza un paquetito del tamaño de una cajetilla de tabaco.
Está envuelto en una raída tela azul que huele a viejo. Contiene un estuche de imitación de cuero, de dudoso gusto, de color marrón oscuro y con una minúscula cerradura.
Saca la llave de su pantalón y tantea con cuidado. Se abre enseguida. Impaciente lleva su recién hallado tesoro cerca de la ventana para verlo a la luz de las farolas de la calle.
Incrustada en un forro de gastado terciopelo negro, hay una minúscula piedra anaranjada y rasposa.
Pestañea desconcertada, arrimándose aún más a la ventana. Pero lo que ve se parece muchísimo a una piedrecita de la playa...o peor aún. A un cálculo renal. Probablemente es un cálculo renal. Lo suelta con asco, y mira fijamente la cajita como si aún pretendiera hallar el esperado diamante en su interior. La abre con fuerza, rompiéndola casi, y entonces puede ver algo en lo que no había reparado antes. La parte superior el forro es de satén blanco, y en él, con la escritura irregular que deja un bolígrafo sobre la tela, pero con una claridad terrible, se lee una sola palabra.
PUTA
Ve la cara de la muerta mirándole desde unas cuencas vacías, riendo con unas carcajadas fantasmales que parecen sacadas de una mala película. Pero ella la ve, la oye y de fondo la música de relajación sigue sonando desde la ventana. Ve sus últimas tres semanas pasar ante ella llenas de gente y de sonidos, como un vagón de metro en hora punta que huye veloz hacia un túnel que no existe.
No le ve a él. Sólo a la gente, la gente que se ríe de ella. La muerta que se ríe de ella.
Se detiene ante el escritorio intentando calmar su agitada respiración, y lo consigue, mirando la nuca de la mujer muñeco.
Ella vivirá. Encontrará a otro pusilánime al que satisfacer con su cuerpo y su paciencia para escuchar. Claro que antes tendrá que recuperar su figura.
Piensa rápidamente mientras camina hacia la salida.
Está demasiado delgada, aquellas semanas de tensión la han dejado en una sombra de la mujer que normalmente era.
Pues engordará.
Se gira bruscamente hacia la nevera estropeada. Recuerda que dentro solía haber galletitas saladas, frutos secos, por si había que ofrecérselo a alguna visita.
Efectivamente, hay galletas. Muerde una. Está un poco blanda pero servirá para empezar.
Plantada delante del frigorífico se come lentamente todas las galletas que hay en el paquete.
Y se va, con la determinación que nace de la misma impotencia, caminando con paso firme hacia alguna nueva forma del viejo tedio.

***
El asustado empleado de una empresa de mudanzas encontró a la muerta al día siguiente.
Cuando le hicieron la autopsia hallaron un diamante de gran pureza y considerable tamaño dentro de su estómago.

Imagen: "Dig creature" Graphic Alibi

03:18 a.m. Escuchando: Satie "Gymnopedie n. 1"

Decisiones (Parte I)

Decisiones (Parte I)

Se detiene en cada recodo, prudente, escuchando cada crujido de la madera, cada caricia del viento en las ventanas, cada motor ronroneando lejano desde la calle, cada gota errabunda que desacompasada cae en algún lavabo.
La oscuridad se le pega a la camisa como el sudor del pánico, fría y desagradable, aprisionándole con las vendas de la duda, ralentizando sus pasos, que apenas resuenan sobre las baldosas. Es tan liviana ahora.
No puede, ni quiere, recordar los días que lleva sin probar bocado, tumbada en la cama de su habitación, un pequeño estudio en un ático que se ha convertido en un lujo que no puede permitirse.
Sólo recuerda la lluvia en las ventanas, como un torrente de llanto, desesperado, frío y azul, que al día siguiente se convertiría en un cuadro abstracto que ella podría haber llamado “Manchas pardas sobre cristal”. Sonríe. La lluvia y los libros desparramados sobre la cama, invitándola en susurros, compitiendo discretos por ganar su atención.
Pero su ánimo vagaba lejos de aquellas cuatro paredes que se le habían quedado estrechas, que se habían convertido en la cárcel cotidiana de su propio tedio, en un símbolo de su incipiente locura.
No quiere pensar en eso. Y no lo hará. Tiene que concentrarse en cada uno de los pasos, en cada una de las rayas del suelo, en cada una de las sombras de los esqueletos mecánicos inanimados que aún quedan en el edificio.
Una música suave, amortiguada por la barrera de alguna puerta, se acerca a ella ondulante, abrazándola como el humo de un narcótico, con la leve consistencia de una brisa.
¿Música?
No es posible, se dice a sí misma, intentando conservar la serenidad, no es posible que esa música sea real, aquí no hay nadie. No hay nadie excepto ella.
O al menos eso creía cuando entró.
Parapetada tras un archivador y una marchita planta tropical, que se hacen compañía en las sombras, se queda muy quieta, pensando. La oscuridad le parece algo casi sólido, y el sudor de sus manos es real, muy real, está muerta de miedo.
En pocos segundos está enfadada, consigo misma. Si está aquí es para hacer algo importante, si está aquí es para dar un paso que ha preparado en su mente y ha entretejido en sus sueños, de noche y de día, las tres últimas semanas. Así que no va a echarse atrás ahora por el eco de una música inverosímil que llega de algún lugar donde no puede haber nadie.
Hace días que se fueron todos. Algunos cabizbajos y preocupados, porque no sabían muy bien adonde ir. Otros con cierta alegría reprimida, respirando liberación, sin importarles demasiado lo que pudiera venir después.
Unos pocos aseguraban haber estado presentes cuando dos policías de paisano y una mujer que probablemente era una psiquiatra se llevaron al director.
Un par de días más tarde vinieron las furgonetas a llevarse ordenadores, impresoras, incluso algunas mesas, las mejores y más nuevas. Rescatados del desastre algunos muebles y máquinas viejos permanecían allí, testigos mudos de la estrepitosa caída de un gigantesco castillo de naipes. Aquí una máquina de escribir vieja, que no marcaba las “z”, allá una nevera que hacía tiempo había pasado a la categoría de armario auxiliar, archivadores de metal mostrando los arañazos plateados que el tiempo había hendido en su pintura gris.
No hay luz. Pero ella se mueve con soltura allí dentro.
La música sigue sonando, sin variar de intensidad, parece una de esas largas e hipnotizadoras melodías relajantes.
Pero más bien la está poniendo nerviosa, al menos en estas circunstancias.
Mete la mano derecha en el bolsillo de su pantalón, y toca la llavecita como si fuese un talismán. Es menuda y fría, pero en aquel momento le parece lo más vivo y tangible que puede encontrar a su alrededor. En la izquierda lleva un abrecartas de metal de afilada punta.
La música procede de lo que en su día fue una salita de espera para las visitas.
Sonríe de nuevo. No es un momento muy oportuno para las visitas...y aún menos para la clase de visitantes que podían presentarse en un edificio de oficinas de dos pisos que se ha quedado sin ocupantes hace semanas y cuando son más de las diez de la noche.
Se decide.
Abandona toda cautela, avanza con paso firme hacia la puerta cerrada, y la abre.
La poca claridad que entra desde la calle por la ventana la desconcierta, y guiña los ojos varias veces para acostumbrarse a esta nueva penumbra que inesperadamente sustituye a la negrura anterior.
Tarda en darse cuenta de lo que esta viendo en realidad, porque primero distingue una forma que no debería estar allí, pero todos los contornos están desdibujados, el juego de luz y sombra los diluye y envía mentiras fugaces a su retina.
Poco a poco el cuadro se va convirtiendo en una imagen completa. Es una mujer, y muy probablemente está muerta.
(continuará...)

Imagen: "Sound mind" Firesong

01:48 a.m. Escuchando: Massive Attack - "Inertia Creeps"

Volando

Volando

Eso es lo que me iría bien a mi, salir volando un rato para alejarme de esta aureola de nubes que me rodea la cabeza y que empieza a amenazar con incontroladas precipitaciones. Surcar un cielo de nubes de algodón, salir al espacio exterior incluso.
Pero no puedo largarme volando. Perdí mi escoba de bruja accidentalmente hace tiempo, en la Via Layetana de Barcelona. La tenía aparcada en doble fila, nada, dos minutitos, lo justo para entrar en bar a por un paquete de tabaco (no si ya he hecho bien de dejar de fumar...), y se la llevó por delante un camión.
¡Cualquiera reclama nada! El camión se dió a la fuga, no me dió tiempo de ver la matrícula, y si hubiera llamado a la Guardia Urbana con suerte me habría caído una multa por conducir escoba sin carné, aunque no encontraran tipificado cual es el maldito permiso necesario para conducir escobas voladoras.
En cuanto a las alas en los piés, las tengo desde pequeñita, pero debido a un par de malos aterrizajes el doctor Experiencia tuvo que operármelas hace mucho tiempo, de tal modo que hoy por hoy sólo puedo utilizarlas para volar en el ámbito de la Fantasía.
Para colmo, y por paradójico que parezca, los aviones me dan auténtico pavor. Debe ser que subirme a cualquier artefacto que se eleve del suelo sin que yo lo controle, me crea una ansiedad que de momento no he podido superar.
Así que hoy conduciré yo. ¿El qué? El teclado y el ratón.
Abróchense los cinturones porque despegamos, a ver a dónde nos lleva este personaje.
¿Están ustedes cómodos?
No, no hay azafata con carrito de bebidas pero si quieren un té calentito podríamos arreglarlo.
Señores pasajeros, sobrevolamos la China. No perdón, la china, una que también vuela, o más bien flota, y que tiene que ver con ciertos insectos pacifistas.
Sin dejar a los insectos, sigamos a esta mosca, que no es lo que parece ...
Y finalmente a este abejorro , que probablemente nos llevará a un lugar seguro (al menos para el abejorro).
Ya hemos llegado. La comandante Moonsa les desea una feliz estancia en sus respectivas casas ;)

Imagen: Sleeping Witch (Lasse Sipilä)

03:59 a.m. Escuchando: Melnitsa

Nublada

Nublada

Es porque he dejado de fumar hace tres meses? Es porque hace un montón de tiempo que no me quito el resfriado de encima? Es porque no consigo hacer dieta? Es porque no para de llover? Es porque estoy preocupada por los próximos meses? Es porque hay cosas a mi alrededor que yo misma me llego a creer que no me afectan, y resulta que en realidad me hacen puré?
No se por qué es, pero estoy rarísima (más que de costumbre). La semana pasada me pegué un tortazo en el dedo meñique del pié izquierdo que me ha acabado de rematar, porque tener una época de intensa actividad, andando a la pata coja, no es lo más idóneo que ocurrírseme pueda...
Alguien que sabe como funcionan estas cosas (ya mencioné a este alguien en mi post del 25/04 Algo pasa con mi tiempo) me diría que si me lesiono una pierna o un pié es porque hay algún sitio hacia el que me resisto a avanzar, y que si es la izquierda algo anda mal en mi parte femenina. Esa sabia brujita sabe lo que se dice, os lo aseguro, pero esta vez no soy capaz de reconocer las señales.
Estoy autoreleyéndome (toma verbo!) y va a ser que es por todas esas cosas que menciono en las preguntas, mas mi parte femenina, más mi parte reacia a mis propios avances.
Claro, no iba a ser sólo una cosa tratándose de mi (cómo se saca la lengua uno a sí mismo en un post??? :P).
No consigo explicarlo, ni explicármelo. No lo de la lengua no, mi estado de ánimo.
Vale, estoy espesísima.
Sergi me acaba de decir: “Nos vamos?” y esta vez la noctámbula impenitente le va a hacer caso y se va.
A buscar respuestas en la almohada, o quizás sólo un sueño realmente reparador que me deje a las puertas de un día con sol, a una hora decentita, que ya hayan puesto las calles.

3:00 a.m. Escuchando: Los chirridos de mi mente y el tecleo de mi marido

One two three, JAZZ!

One two three, JAZZ!

A petición de Turandot , hoy he subido a mi radio blog algunas canciones cantadas por mí, y voy a explicaros un poquito de que va el invento, aprovechando para dejaros algunos links sobre jazz , que espero que os gusten o al menos os informen un poco acerca de este género musical que me apasiona.
Hay dos temas cantados con el dúo, Do-it. A la guitarra Xavier Herrera, y yo a la voz. La primera canción, “No more blues” originalmente se llama “Chega de Saudade” y es una bossa nova de Antonio Carlos Jobim , pero las cantantes de jazz de los años 50 la “anglosajonizaron” y yo la canto en inglés porque me gusta para hacer el tema más jazzístico. Concretamente para mi versión me inspiré un poquito en la que hizo en su día Carmen McRae . En esta canción hago algún intento con el scat , técnica en la que la increíble Ella Fitzgerald era una maestra, y que a mi me vuelve loca practicar, aunque lo mío me cuesta :D
La segunda es un tema que cada vez que lo canto se me pone la piel de gallina toda enterita jeje. El tema se llama “Good-bye Pork Pie Hat” y lo escribió Charles Mingus dedicado al genial saxofonista Lester Young . Unos años después, la cantante Joni Mitchell hizo una versión para voz, con acompañantes de lujo como Pat Metheny o Jaco Pastorius , y mucho tiempo después yo me atreví con esa versión vocal, que os juro que fácil, no es, pero si muuuuy emocionante para el intérprete.
Y finalmente el conocido standard de jazz “Just Friends” , cantada con el trio Rubbato Jazz, formado por Paula Quiñoa (teclados) Ricky Schneider (guitarra) y una servidora. Mis compañeros, que son argentinos, actualmente tienen un proyecto de tango estupendo, con un bandoneón , y lo podéis ver e incluso oír un poquito aquí .
En este momento estoy ensayando con nuevos músicos, un grupo un poco más numeroso esta vez: guitarra eléctrica, bajo, batería, trombón y percusión, para hacer un repertorio de bossa nova. Cuando tenga algo grabado lo cuelgo ;).
Ah y si queréis escuchar buen jazz en un programa conducido por alguien que realmente sabe muy bien de lo que habla y pone excelente música, no os perdáis a Cifu de miércoles a sábado, en Jazz Porque Sí, que además se puede escuchar on-line desde la emisora Radio Clásica .
Bueno os dejo por hoy, que si empiezo con el jazz no paro. Es que veréis, yo tenía que haber nacido negra, y en Nueva Orleáns o en el corazón del viejo Harlem , pero la cigüeña se equivocó (como la paloma de Alberti ) y después de desteñirme del todo, me dejó en un barrio barcelonés ;) .

Imagen: R.J. Hohimer
02.27 p.m. Escuchando: Cannonball Adderley (Them dirty blues)

Abandono

Abandono

En los intersticios de la pared de piedra vieja crecían hierbas y musgos en tal cantidad, que la casa parecía estar cubierta con un abrigo de lana tejido con ovillos de diferentes tonalidades de verde. Por el cuello del abrigo asomaba una chimenea que algún día debió de ser blanca, pero ahora era un montón de grises pinceladas en desorden que apuntaba al cielo.
A la altura del pecho se abrían dos ventanas estrechas de las que sólo quedaban los marcos polvorientos, y un poco más abajo, entre ellas, el vestigio del grabado de un reloj de sol, con su aguja oxidada hendiendo el aire del mediodía.
Y finalmente la puerta, un enorme portón de madera surcado por las venillas y los ojos de los que algún día fueron árboles, castigada por el viento y la humedad, pero aún recia y bien aposentada en sus goznes. Una fiel guardiana que ya no tenía nada que guardar, salvo nidos de ratones y reuniones clandestinas de malas hierbas.
Algún día hubo allí risas de niños, música y palabras, olvidos y lágrimas, pasión y rutina. Quien sabe, quizás sucedió allí alguna de esas escalofriantes historias que se cuentan en el campo alrededor del fuego en invierno, o puede que una vez la casa fuera el nido de un amor campesino, recién estrenado, oliendo a espliego y a lavanda, con cachorros de gatitos correteando por las escaleras y macetas alegres en las ventanas.
O tal vez el recuerdo resultaba ser más gris y no había sido más que el techo que cubría a un hombre sólo y huraño que tenía por únicas compañeras a las montañas...
El sauce del jardín se sigue meciendo al son de la brisa, sin nostalgia, sonriendo entre el llanto de sus ramas, viendo pasar la vida y esperando que un día vuelva a detenerse a descansar bajo su sombra, y se cuele de rondón por la gatera, y agite los muros desgastados hasta que salga por la chimenea el humo blanco de las ilusiones nuevas. Espera confiado, él sabe. Y los pájaros saludaran a los nuevos moradores desde el frescor otra vez limpio y claro de la alberca. Pronto. Por eso sonríe, y espera.

Imagen: While you are asleep

12:52 p.m. Escuchando: Marisa Monte (Rose and Charcoal)

Relatos imposibles - "Zorba, no saltes!" Segunda Parte

Relatos imposibles - "Zorba, no saltes!" Segunda Parte

Ana oyó la voz de su abuela clara y diáfana en mitad de la noche, y sobresaltada se incorporó en la cama preguntándose si la pobre anciana empezaba a tener visiones raras.
Asustada como estaba no se atrevió a abordar directamente a su abuela, y como un rayo cruzó el piso hacia la habitación de sus padres para avisarles, sin poder evitar mirar al pasar hacia la puerta desde donde provenía la voz, que estaba entreabierta y por la que salía la luz de la lámpara de la mesilla de noche. Y en la que para su mayor pasmo vio claramente recortada la silueta oscura de la espalda de un hombre.
Entro en la habitación de sus padres como una tromba, intentando hablar bajito, aunque sus entrecortados susurros más bien resonaban como si salieran de un barril.
“Mamá! La abuela dice que hay un hombre! Pero es que el caso es que hay un hombre!”
Su padre se dio media vuelta en la cama murmurando entre dientes que sólo faltaba que a la abuela le diera por ver cosas extrañas de madrugada, y su madre entreabrió los ojos pensando más bien que la que había perdido un tornillo era Ana.
“Un hombre? La abuela debe estar fatal...”
“Que no mamáaaaaaa que hay un tíoooooo ahíiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!”
Ana temblaba de miedo, viendo ya en su imaginativa cabecita como el hombre se acercaba con sigilo provisto de un cuchillo para cortarlos a todos a la juliana, y en su pánico apremió a su madre para que hiciera algo.
Finalmente la madre se levantó, y también el padre, y pidiéndole que se tranquilizara y esperase allí salieron de la habitación.
Legañosos y en pijama acudieron al cuarto de la abuela, pero no llegaron, porque en el pasillo apareció nada menos que el estudiante, muy nervioso, repitiendo la letanía que la madre de Ana ya conocía bien: “Ustedes, mi familia, yo quedarme aquí”.
El señor Ramón dio un respingo y exclamó alucinado: “Pero hombre de Dios! Por dónde ha entrado usted?” en tanto que la señora Ana se quedaba clavada, dudando de si era víctima de una alucinación.
El estudiante se dirigió a la cocina, abrió la puerta del lavadero, donde amablemente les señaló el lugar por donde había entrado: “Por aquí” dijo muy serio. Resultó que por aquí era cruzando sobre las cuerdas del tendedero de poleas, desde el lavadero contiguo, como un funambulista, y a una altura de cuatro pisos.
Ana, que les oía hablar, se acercó con cuidado, y al oír las exclamaciones asustadas de su madre, cruzó de nuevo el piso hacia su cuarto, con el corazón amenazando saltarle del pecho.
El señor Ramón, demostrando una serenidad a prueba de bomba, y al oírle explicar a su mujer que el “hombre” en cuestión era el inquilino de los vecinos, le acompañó hasta la puerta, dándole paternales consejos e intentando hacerle comprender que aquello era una imprudencia y que mejor que ni se le ocurriera volver a intentarlo, y que se tomara una tila, que le haría bien, y se fuera a dormir porque sino despertaría a Paco (el marido de Helena) y le asustaría.
Cabizbajo y aparentemente convencido, el estudiante se fue.
En unos segundos la familia entera, exceptuando al hijo pequeño, que dormía ajeno a todo aquel ajetreo, estaba reunida en torno a la abuela, que más fresca que una lechuga contaba lo que había visto como si de una novelita se tratara.
Fue entonces cuando oyeron a Paco gritar:
“Zorba, no saltes!”
Ana sintió unas ganas de reír terribles, producidas por la histeria, al oír el nombre del estudiante, que sonaba tan griego que parecía irreal. Su madre la arrastró hasta la habitación de su hermano, que se había despertado con las voces de Paco, y la conminó a quedarse quieta allí dentro.
Zorba fue funámbulo por segunda vez, ante el espanto y la consternación de Paco y sus vecinos, y saltó dentro de la cocina, exclamando exaltado que aquella era su familia, que se iba a quedar allí, ¡y que quería acostarse con Nuria!.
Ana estaba susurrándole (esta vez si, en voz casi inaudible) a su hermano de ocho años lo que pasaba, cuando oyó eso y se quedó muy quieta, muy blanca, y sin pensárselo dos veces se metió debajo de la cama, una de estas camas plegables con mueble que dejan tan poco espacio entre el somier y el suelo, dónde aún hoy se pregunta como consiguió entrar.
El chaval, al que le encantaban las historias de miedo y había heredado una generosa dosis de la imaginación de la familia, agarró una figura de barro que él mismo había hecho en el colegio (pretendiendo representar a su padre), y aplastándose contra el rincón que había detrás de la puerta anunció: “Tranquila, si viene le doy con esto!”
Mientras tanto Paco había llamado a su hermano para pedir ayuda, y acudía a casa de los vecinos consternado, a intentar llevarse consigo al funambulista. Pero Zorba ya no atendía a razones, y empezaba a mostrarse agresivo, así que la señora Ana se lanzó sobre el teléfono de su habitación, y llamó a la policía.
En ello estaba cuando el estudiante fue finalmente llevado a casa de Paco, con muy buenas y tranquilizadoras palabras, y en menos que canta un gallo volvía a saltar por el patio de luces ante el terror de todos los presentes.
La policía llego a tiempo para impedir que en otro alarde circense el tal Zorba se matara cayendo de un cuarto piso.
Cuando les vio, altos, cuadrados, vestidos de uniforme, se puso como loco, y entre todos los hombres que había allí, que a estas alturas ya eran cinco, descontando al enfurecido saltador de patios, apenas conseguían agarrarle. Finalmente le esposaron, y se lo llevaron.
Luego uno de los policías entró en la casa, para “ver el lugar de los hechos”. Ana, muerta del susto, y sin ningún recato, le saludó desde la silla de la cocina donde estaba despatarrada, bebiendo a morro de una botella de Agua del Carmen, vestida con su camisoncito de verano que mostraba más de lo que cubría. Entretanto su madre intentaba “reducir” al hermanito, que creyéndose protagonista de una película de espías, revoloteaba por toda la casa como un poseído, y su padre (sereno siempre, por supuesto) y Paco hablaban con la policía.
Unos días más tarde se descubrió que Zorba padecía periódicamente ataques de un tipo de esquizofrenia poco común, y fue repatriado a Grecia.
Cuando Helena volvió y se lo contaron no se lo podía creer. Ana le decía que en medio de todo el lío, en ningún momento llegó a verle la cara a Zorba, y eso la inquietaba bastante. Helena, en un rasgo de humor muy típico de ella, le guiñó un ojo y le dijo: “Bueno, ahora ya se ha ido, pero tu si algún día vas por la calle, y oyes una voz de hombre que te llama Nuria, ¡CORRE!” ;).

Imagen: Jean Estelle

03.43 p.m. Escuchando: David Newman (A cat in the hat)

Tengo a Papageno dentro de mi teléfono

Tengo a Papageno dentro de mi teléfono

Papageno, por si alguien no lo sabe, es uno de los protagonistas de La Flauta Mágicade Mozart. Es el hombre pájaro, el que representa lo terrenal y los instintos por contraposición a Tamino, el príncipe, que representa la espiritualidad y el deseo de conocimiento.
La Flauta Mágica es una obra de arte, aunque mal está que lo diga una admiradora de Mozart como una servidora. El caso es que lo es. Un derroche de fantasía musical, para un libreto, escrito por Emanuel Schikaneder que es una maravilla de fantasía escénica, así como de simbolismo sutil, y no tan sutil, acerca de la masonería.
El aria "Der hölle rache" es una de las más populares de la historia de la ópera, con esas escalas enloquecidas de la soprano, la Reina de la Noche, que alcanza un fa sobreagudo. La verdad es que pocas sopranos cantan bien ese aria, que exige una coloratura ligerísima en esa parte, y un dramatismo intenso en otros momentos, donde la Reina está realmente encolerizada.
Me gusta esa ópera, que además fue la primera que escuché entera, y quizás por eso la guardo en un rinconcito especial de mi memoria musical.
El caso es que durante un tiempo, obsesionada por el aria de la Reina de la Noche, que ya había escuchado por dos o tres sopranos, buscaba y rebuscaba entre mis mp3, los mp3 de los amigos, y los mp3 de los amigos y conocidos de los amigos...a MI Reina de la Noche, aquella que yo considerase que realmente estaba en el papel, aquella que yo (irrespetuosa de mí, no creo que a Wolfgang le hiciera mucha gracia) decidiera coronar como la Reina que el gran Mozart pretendía.
En esta investigación sin sentido me encontré en pocos días con nada menos que catorce versiones de la Reina, y si, entre ellas estaba la que buscaba, y era una soprano española: Milagros Poblador.
Después de ella oí otras versiones (la mayoría anteriores, como Lucia Popp, o Cristina Deutekom) que no estaban nada mal, pero mi Reina preferida es ella, sin lugar a dudas.
Esto no ha terminado con mis indagaciones, puesto que ahora ando buscando más cosas interpretadas por esta estupenda soprano española que por lo que parece está triunfando más en el extranjero que aquí (cosa que en este país no resulta sorprendente por otra parte).
Ah! Y que tiene que ver todo esto con Papageno y mi teléfono, os preguntaréis? Pues que cuando más enfrascada estaba yo a la caza de la Reina de todas las reinas, me compré un teléfono inalámbrico. Imaginad la sorpresa y las risas cuando oímos que al dejar el aparatito sobre su base, reproduce con exactitud la secuencia de cinco notas que en la mencionada ópera “toca” repetidas veces la flauta de Pan que Papageno lleva siempre consigo.
Wolfgang, tengo a Papageno secuestrado y te lo cambio por un abono de palco en el Liceu :D

Imagen: www.historicopera.com/
2.45 a.m. Escuchando: Mozart - "Der hölle rache" por Natalie Dessay, que tampoco lo hace nada mal(es que la de la Poblador solo la tengo en DVD)

Relatos imposibles - "Zorba, no saltes!" Primera Parte

Relatos imposibles - "Zorba, no saltes!" Primera Parte

La nueva vecina de Ana era un encanto, una chica griega que acababa de llegar de su país, hablando poquito español, casada con un hombre mucho mayor que ella. Él era algo taciturno, y apenas le veían. No tardaron en saber que su vecino padecía una enfermedad de tipo depresivo, y que era crónica...De hecho Helena y ellos lo averiguaron al mismo tiempo, puesto que fue precisamente un sobrino de sus vecinos el psicólogo que le visitó. Ella, que era una mujer toda dulzura y sonrisas, que cuando se reía hacía que se agitaran divertidas todas las sábanas en los tendederos, y los geranios del piso de abajo estiraran el cuello para curiosear; ella, que cantaba con Ana desde su balcón, y le contaba cosas de su país, para luego escuchar sus interminables retahílas de aventuras adolescentes...se desmontó. La enfermedad de su marido fue como un mazazo en el tejido de ilusiones que había venido cosiendo retazo a retazo desde su primer viaje a España. Él era un buen hombre, culto, sensible y educadísimo, pero su depresión hacía que se encerrara en su mundo de nubes grises, y eso era lo que desmontaba la contagiosa y chispeante alegría de Helena. Poco a poco se fue convirtiendo en un integrante más de la familia de al lado , una especie de hermana mayor para Ana, y con la ayuda de todos sus amigos y una presencia de ánimo digna de encomio, Helena se reconstruyó a sí misma en relativamente poco tiempo. Salía, con un grupo de griegos, que se reunían semanalmente para charlar, bailar, comer y beber y compartir algunos recuerdos de su patria. Bailaba el sirtaki deliciosamente, siempre con la sonrisa de niña pícara en su carita de bombón de chocolate blanco. Ana por entonces estudiaba psicología en la facultad. Se pasaban horas charlando, porque Helena había sido enfermera en Grecia y le contaba casos y cosas muy interesantes.
Un día les anunció que se iba un par de semanas a ver a su familia, y que mientras estaba fuera, en parte por tener una ayuda económica, y en parte para que su marido no estuviera sólo, iban a tener a un estudiante viviendo en la casa. Se lo explicó enseguida a sus vecinos para que no se sorprendieran si veían allí a un extraño. La despidieron entre besos y abrazos, y la vida siguió su curso normal, o casi. Porque el nuevo inquilino del piso de al lado irrumpió en ella de repente, a raíz de una lavadora que no funcionaba, la suya. La madre de Ana, le vió desde el lavadero pelear con botones y grifos preocupado, y le preguntó que le pasaba. El aparato se negaba a obedecer al que para él era un desconocido, y la ropa permanecía enjabonada y apelotonada sin que pareciera haber remedio a la situación. La buena señora, en atención a Helena, y porque era una mamá pollo de por sí, se ofreció a aclararle y centrifugarle aquella ropa. El vecino aceptó y se deshizo en agradecimientos balbuceados en precario español.
Al día siguiente, se presentó en la casa. La madre de Ana le abrió confiada, y sonriente, pensando que el pobre muchacho quizás tenía más problemas domésticos, Pero no, el chico sólo acertaba a hilvanar frases que sonaban más o menos: “Muchísimas gracias, ustedes ahora ser mi familia. Yo querer quedarme aquí con ustedes, porque ser familia....” ella escuchaba educadamente, intentando entenderle y la vez hacerle marchar, cuando él de repente vio una fotografía de Ana sobre el mueble del recibidor.
“Es Nuria!” exclamó visiblemente emocionado “La veo en Facultad Filología”
La pobre mujer, que ya estaba más que mosca, acompañada por la señora de la limpieza, una andaluza de rompe y rasga que se había asomado en calidad de guardaespaldas improvisado, le contestó que aquella chica no se llamaba Nuria, sino Ana, que era su hija, y que no estudiaba Filología , si no Psi-co-lo-gí-a (así, silabeando, por si no la entendía).
El insistió, y ahora el balbuceo sonaba más o menos así: “Es Laura, y ustedes mi familia, y yo querer quedarme en esta casa”.
Con el desconcierto que os podéis imaginar, la madre de Ana y su guardaespaldas intentaron echarle de allí, y lo consiguieron después de bastante rato de diálogo para besugos, pero sin perder las formas.
Después de que se tomaran un café con leche y unas galletas comentando lo ocurrido e intentando adivinar que le pasaba al extraño vecino, la paz volvió a la casa, llegó la noche, y con ella, Ana, que venía de la facultad con una compañera.
Se lo contaron y le pareció rarísimo. Entraron en la habitación para estudiar, y abrieron la ventana, porque todo esto pasaba en uno de esos pegajosos veranos barceloneses. A su amiga le pareció ver una sombra en el lavadero de los vecinos, repetidas veces, pero cuando se lo decía y Ana miraba, por lo visto la sombra se escondía, así que pensó que eran imaginaciones provocadas por el relato de su madre.
Hasta que la compañera de clase se fue a su casa, y la familia a dormir.
Ana siempre padeció de insomnio, y cuando lograba dormirse, se despertaba con el zumbido de una mosca. Con más razón la despertó la voz de su abuela de 87 años, serena, pero en tono perentorio, que decía desde su cama:
“Nena, aquí hay un señor”
(continuará...)

Imagen : Gretchen Jones

01:11 p.m. Escuchando: Satie "Gymnopédie"

Mujeres que corren con los lobos

Mujeres que corren con los lobos

Hoy voy a recomendar un libro, casi porque no puedo evitar hacerlo. Lo he leído ya un par de veces, y lo leeré algunas más, porque cada vez aprendo y siento cosas nuevas. La primera vez que cayó en mis manos, me sacudió hasta los cimientos mismos de mi sensibilidad, de mis recuerdos y de mis miedos, y algo dentro de mí fluyó como un río que había estado atrapado hasta entonces. Fue toda una experiencia, pero me dejó una sensación de paz extraordinaria. Quizás otras mujeres lo leerán y no habrá pasión, ni sacudidas, no lo se, imagino que depende también de como esté cada una en el momento en que se pierde entre sus páginas.
El libro es “Mujeres que corren con los lobos” de la psicoanalista jungiana Clarissa Pinkola Estés, y nos habla de la mujer salvaje, entendiendo a ésta como la sustancia íntima de la psique femenina colectiva en estado puro. Aquello que muchas mujeres pierden (perdemos) en aras de la modernidad, de herencias culturales empobrecedoras que aún colean entre nosotras, del sacrificio que la “mujer-madraza” siente que le toca sufrir en pro de todos los que le rodean. Todos estos factores y algunos más, que se hallan ocultos en el interior de nuestra alma femenina, nos hacen comportarnos de un modo muy diferente a como somos en realidad, nos hacen huir a un mundo que no es el nuestro, en el que muchas veces lucimos competentes, hermosas e independientes, pero nos sentimos profundamente desgraciadas.
De todo esto habla Pinkola Estés en su libro, ayudándose de cuentos que ha recopilado, desmenuzado, analizado y reconstruido con esmero(ella misma se define como una especie de palenteóloga de los cuentos). Estos cuentos están llenos de simbologías arquetípicas que pueden ser extraordinariamente esclarecedoras. Pero no os explico más. Podéis leer una crítica del libro aquí , y algunos pequeños fragmentos, sobre cuentos y sobre lobos. Un primer apunte en esta página sobre los cuentos y sus muchas y útiles aplicaciones: “La autora revela una serie de mitos interculturales, cuentos de hadas e historias para ayudar a las mujeres a recuperar su salud, a través del conocimiento interior. Traducida a dieciocho idiomas, esta obra está considerada un clásico para el descubrimiento del estrato más escondido y salvaje del mundo psíquico femenino”.
Que lo disfrutéis en la paz e intimidad que son necesarios para aprender y pensar con este libro :)

Imagen: Dos mujeres corriendo en la playa, de Pablo Picasso, 1922 (de la portada del libro en su edición del Círculo de Lectores)

12:48 p.m. Escuchando: "Que bonito" - Rosario

Blogovicio

Blogovicio

No si yo ya lo sabía que me pasaría esto. Ayer no postée aquí, ni comenté por ahí. ¿Por qué? Porque estaba haciendo un fotoblog, y trasteando con Movable Type...
Tenía un enlace a Álbum de Fotos, pero no me podiais dejar mensajitos y además el diseño y la clasificación no me convencían lo más mínimo. Claro que cuando escribí mi primer post yo no sabía ni lo que era un fotoblog. Ahora ya está, aunque es muy pero que muy modificable, ya que Movable Type me está ganando muchas batallas todavía, pero por hoy mejor dejarlo, porque ya veo los tags como una sopita espesa de mosquitos (puaaaagh!)
Así que me voy a leeros y a dormir ;)

01.56 a.m. Escuchando: Ella Fitzgerald & Joe Pass - "Georgia on my mind"

Esos locos bajitos

Esos locos bajitos

Hoy no tengo clase con los peques. Por una parte es un descanso, pero por la otra casi me da penita y todo. Me lo paso muy bien con los niños, aunque me den guerra, y tenga que pegar gritos, aunque vaya con la clase programadísima y luego tenga que cambiarlo todo, improvisando completamente, porque ellos no tienen el día para lo que yo tengo pensado, da igual, son geniales :) En ese espacio privado con ellos me pongo peluca de payaso, y me pinto nariz roja y coloretes (literal eh) y me tiro por el suelo jugando con un balón rosa fosforito de 55 cm. de diámetro, soy el lobo de Pedro y el Lobo de Prokofiev y dejo que en la parte final me arrastren por un pié por toda la clase, mientras yo aúllo, pataleo, y doy zarpazos al aire, y ellos se tronchan, por su puesto. Cuento cuentos absolutamente inverosímiles (por no decir surrealistas) y ellos me cuentan a mi otros absolutamente delirantes. Corro, canto, bailo, salto y toco instrumentos con ellos. Resumiendo, que me las veo negras para mantener los límites y la autoridad, porque me siento como una niña grandota y se me va la olla que no veas. Finalmente lo consigo, y salgo de cada clase exhausta, pero feliz (y ellos también).
Así que voy a ponerme manos a la obra para realizar un experimento. He decidido escribir mis cuentos, y además ponerles música (cuando los cuento en clase la música la pongo yo sobre la marcha), e imágenes. Hacer con cada cuento un relato multimedia, vamos, y tenerlos archivaditos.
Así que me voy, no sin antes acabar cierto artículo que tengo pendiente....(no me mates, hoy te lo mando, lo juro), a empezar oficialmente mi trayectoria como cuentista.
En cuanto tenga uno terminado y si me queda apañadito, claro, lo pongo aquí ;)

18:27 p.m. Escuchando: El viento...

Sola

Sola

Esta poesía ya tiene un par de añitos...pero tenía ganas de ponerla y aquí está.
(Los no catalanoparlantes podéis leer una traducción aquí , aunque las traducciones siempre pierden mucho para mi gusto, sobre todo en cuanto a rima y ritmo, pero que le vamos a hacer!)

Sal entre els dits
i el vent del mar que m’acarona l’esperit.
Genet indòmit de la nit
em sento mentre cavalco mar endins,
curulla de neguit
i fent volar coloms.
Pregona vagarejo sense rumb,
tocada per la gràcia de l’oblit.
No hi ha regnes per aturar tanta passió,
ni sella per redimir la por,
tant sols hi ha un abeurador de plors
i un rastre de clavells marcits.
Com estimo l’amor
i com em clava llances
i com em tira pedres!
Com es pot fer
per a no demanar-lo
quan tant te’n falta
i tant el necessites?
I canto trista, sola, cor endins, plena de ràbia,
potser sense la ràbia no tindria la música?
Se’m perd l’esguard
sobre la lluentor rosada del capvespre,
i el so del mar
que poc a poc s’empassa la foscor de la tarda
em dona pau.
Assedegada i nua, me’l beuria, el mar
de tant com em cal la pau que a dins hi trobo,
però no, no podria,
que la sal m’encendria les ferides
i el meu pit ja no te espai per més dolor.
El desig punyent esclata
contra l’espigó de soledat immensa,
es fan parracs d’escuma blanca sobre el mar
plens de sospirs, petons i melangia.
Que les meves mans són buides sense unes altres mans,
que els meus llavis s’esquerden sense uns altres llavis,
que les meves llàgrimes em solquen les galtes
i el sol ardent m’hi fa créixer flors grises.
M’he enfilat a la lluna d’argent,
i temerària, penjada amb els meus dits per una punxa,
em deixo bressolar pel vent.
Que be s’hi està!
Vull viure aquí per sempre,
abraçada a un somni,
amb els núvols per sostre,
i el blau del mar als peus.

Imagen: Erik de Jong

2:51 a.m. Escuchando: Curved Air - "Vivaldi"

Antigüedades

Antigüedades

Por si alguien no lo sabe, la música es mi pasión, mi trabajo, mi obsesión, mi afición y mi cruz, todo a la vez :). Así que voy a ponerme algo....uhm, un momento que miro (Vale, Keith Jarrett. The Köln Concert) y a dejaros aquí algunos links relacionados, por ejemplo con mi trabajo en educación musical, aquí. Y también otras cosillas que me parecen interesantes, como esta página de cantantes de ópera antiguos, que sólo por las fotos ya merece la pena mirarla, al menos si os gusta lo retro tanto como a mí. La ópera por cierto la he descubierto hace relativamente poco (antes la rechazaba de plano, supongo que por desconocimiento) y la escucho a menudo en directo los fines de semana, por la radio, en esta página donde hay un montón de links a diferentes emisoras, con la programación y los repartos. Ahora ando sintonizando emisoras de jazz en la red, os mantendré informados. Como aperitivo podéis miraros estas fotos que son una especie de recorrido gràfico por la historia del jazz en sus años de mayor apogeo. Por cierto que necesito con urgencia darme un paseo auditivo por la música actual (no-OT y derivados!) porque tengo la sensación de que me estoy quedando completamente "out", y sospecho que se me escapan algunas cosillas que valen la pena. Yo me pongo a investigar, pero si además alguien me da algún consejito, será muy bienvenido ;). Y ahora creo que me voy a poner al fresco mi dolor de cabeza, a ver si se lo lleva el aire del Montseny!!

20:55 Escuchando: Keith Jarrett (Concert in Köln)