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Desde la azotea de una polifacética ligeramente pirada...

Relatos imposibles - "Zorba, no saltes!" Segunda Parte

Relatos imposibles - "Zorba, no saltes!" Segunda Parte Ana oyó la voz de su abuela clara y diáfana en mitad de la noche, y sobresaltada se incorporó en la cama preguntándose si la pobre anciana empezaba a tener visiones raras.
Asustada como estaba no se atrevió a abordar directamente a su abuela, y como un rayo cruzó el piso hacia la habitación de sus padres para avisarles, sin poder evitar mirar al pasar hacia la puerta desde donde provenía la voz, que estaba entreabierta y por la que salía la luz de la lámpara de la mesilla de noche. Y en la que para su mayor pasmo vio claramente recortada la silueta oscura de la espalda de un hombre.
Entro en la habitación de sus padres como una tromba, intentando hablar bajito, aunque sus entrecortados susurros más bien resonaban como si salieran de un barril.
“Mamá! La abuela dice que hay un hombre! Pero es que el caso es que hay un hombre!”
Su padre se dio media vuelta en la cama murmurando entre dientes que sólo faltaba que a la abuela le diera por ver cosas extrañas de madrugada, y su madre entreabrió los ojos pensando más bien que la que había perdido un tornillo era Ana.
“Un hombre? La abuela debe estar fatal...”
“Que no mamáaaaaaa que hay un tíoooooo ahíiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!”
Ana temblaba de miedo, viendo ya en su imaginativa cabecita como el hombre se acercaba con sigilo provisto de un cuchillo para cortarlos a todos a la juliana, y en su pánico apremió a su madre para que hiciera algo.
Finalmente la madre se levantó, y también el padre, y pidiéndole que se tranquilizara y esperase allí salieron de la habitación.
Legañosos y en pijama acudieron al cuarto de la abuela, pero no llegaron, porque en el pasillo apareció nada menos que el estudiante, muy nervioso, repitiendo la letanía que la madre de Ana ya conocía bien: “Ustedes, mi familia, yo quedarme aquí”.
El señor Ramón dio un respingo y exclamó alucinado: “Pero hombre de Dios! Por dónde ha entrado usted?” en tanto que la señora Ana se quedaba clavada, dudando de si era víctima de una alucinación.
El estudiante se dirigió a la cocina, abrió la puerta del lavadero, donde amablemente les señaló el lugar por donde había entrado: “Por aquí” dijo muy serio. Resultó que por aquí era cruzando sobre las cuerdas del tendedero de poleas, desde el lavadero contiguo, como un funambulista, y a una altura de cuatro pisos.
Ana, que les oía hablar, se acercó con cuidado, y al oír las exclamaciones asustadas de su madre, cruzó de nuevo el piso hacia su cuarto, con el corazón amenazando saltarle del pecho.
El señor Ramón, demostrando una serenidad a prueba de bomba, y al oírle explicar a su mujer que el “hombre” en cuestión era el inquilino de los vecinos, le acompañó hasta la puerta, dándole paternales consejos e intentando hacerle comprender que aquello era una imprudencia y que mejor que ni se le ocurriera volver a intentarlo, y que se tomara una tila, que le haría bien, y se fuera a dormir porque sino despertaría a Paco (el marido de Helena) y le asustaría.
Cabizbajo y aparentemente convencido, el estudiante se fue.
En unos segundos la familia entera, exceptuando al hijo pequeño, que dormía ajeno a todo aquel ajetreo, estaba reunida en torno a la abuela, que más fresca que una lechuga contaba lo que había visto como si de una novelita se tratara.
Fue entonces cuando oyeron a Paco gritar:
“Zorba, no saltes!”
Ana sintió unas ganas de reír terribles, producidas por la histeria, al oír el nombre del estudiante, que sonaba tan griego que parecía irreal. Su madre la arrastró hasta la habitación de su hermano, que se había despertado con las voces de Paco, y la conminó a quedarse quieta allí dentro.
Zorba fue funámbulo por segunda vez, ante el espanto y la consternación de Paco y sus vecinos, y saltó dentro de la cocina, exclamando exaltado que aquella era su familia, que se iba a quedar allí, ¡y que quería acostarse con Nuria!.
Ana estaba susurrándole (esta vez si, en voz casi inaudible) a su hermano de ocho años lo que pasaba, cuando oyó eso y se quedó muy quieta, muy blanca, y sin pensárselo dos veces se metió debajo de la cama, una de estas camas plegables con mueble que dejan tan poco espacio entre el somier y el suelo, dónde aún hoy se pregunta como consiguió entrar.
El chaval, al que le encantaban las historias de miedo y había heredado una generosa dosis de la imaginación de la familia, agarró una figura de barro que él mismo había hecho en el colegio (pretendiendo representar a su padre), y aplastándose contra el rincón que había detrás de la puerta anunció: “Tranquila, si viene le doy con esto!”
Mientras tanto Paco había llamado a su hermano para pedir ayuda, y acudía a casa de los vecinos consternado, a intentar llevarse consigo al funambulista. Pero Zorba ya no atendía a razones, y empezaba a mostrarse agresivo, así que la señora Ana se lanzó sobre el teléfono de su habitación, y llamó a la policía.
En ello estaba cuando el estudiante fue finalmente llevado a casa de Paco, con muy buenas y tranquilizadoras palabras, y en menos que canta un gallo volvía a saltar por el patio de luces ante el terror de todos los presentes.
La policía llego a tiempo para impedir que en otro alarde circense el tal Zorba se matara cayendo de un cuarto piso.
Cuando les vio, altos, cuadrados, vestidos de uniforme, se puso como loco, y entre todos los hombres que había allí, que a estas alturas ya eran cinco, descontando al enfurecido saltador de patios, apenas conseguían agarrarle. Finalmente le esposaron, y se lo llevaron.
Luego uno de los policías entró en la casa, para “ver el lugar de los hechos”. Ana, muerta del susto, y sin ningún recato, le saludó desde la silla de la cocina donde estaba despatarrada, bebiendo a morro de una botella de Agua del Carmen, vestida con su camisoncito de verano que mostraba más de lo que cubría. Entretanto su madre intentaba “reducir” al hermanito, que creyéndose protagonista de una película de espías, revoloteaba por toda la casa como un poseído, y su padre (sereno siempre, por supuesto) y Paco hablaban con la policía.
Unos días más tarde se descubrió que Zorba padecía periódicamente ataques de un tipo de esquizofrenia poco común, y fue repatriado a Grecia.
Cuando Helena volvió y se lo contaron no se lo podía creer. Ana le decía que en medio de todo el lío, en ningún momento llegó a verle la cara a Zorba, y eso la inquietaba bastante. Helena, en un rasgo de humor muy típico de ella, le guiñó un ojo y le dijo: “Bueno, ahora ya se ha ido, pero tu si algún día vas por la calle, y oyes una voz de hombre que te llama Nuria, ¡CORRE!” ;).

Imagen: Jean Estelle

03.43 p.m. Escuchando: David Newman (A cat in the hat)

9 comentarios

Moonsa -

Brisa Gracias ;)
Marta Jajaja, gracias wapa.
Bueno ahora ya lo sabéis, lo que venga con el encabezamiento de "Relatos imposibles"...es que son ciertos, porque como bien dice Esquivando la realidad supera la ficción ;)
Besosssssssssssssss!

Marta -

Joooo, ya has desvelado el secreto, ya te vale, pero mira que eres, por cinco minutos más de espera :P.
Jo, jo y más jo.
Por cierto, frescura en el texto, como dice Turandot, pero es que es increíble la manera de relatarlo. Me ha encantado.
Para la próxima, ya lo sé, dejaré un comentario para que sepas que me he pasado:P Impaciente!!
Besos guapa.

Brisa -

Que bueno aunque haya llegado un poco tarde, no pienso perderme ni una de tus "historias imposibles" (te he dejado un trocito en mi blog), ya he visto que me has encontrado.
Y yo que pensaba que mis anecdotas eran curiosas... :P

Esquivando -

Pues va a ser verdad que la realidad supera a la ficción... jajaja.
Esperaremos leer más histoiras imposibles de estas.
Besos

Moonsa -

Gracias a todas.Estoy muy contenta de que os haya gustado. Conste que el único mérito del cuento es intentar relatarlo lo mejor posible, y si me ha salido fresco como dice Turandot, encantada porque es lo que pretendía . Durante años mucha gente me ha pedido que narrara algunas historias reales, y (os lo juro) autobiográficas :D por lo psicodélicas que resultaban. El relato está ligeramente transformado y los nombres cambiados, pero en lo esencial es verídico. He hecho una lista de mis "historias imposibles" y poco a poco os las iré contando como he hecho con ésta. Quería esperar el comentario de Marta para desvelar el secretillo, pero es que no viene y yo soy una impaciente incorregible XD. No lo conté antes de empezar proque pensé que no os lo creeríais, y ahora no puedo dejar de contarlo porque si no me siento como tramposilla:)). Un beso a todas, que gracias a vosotras y algun@s más que no han comentado hoy, cada vez estoy tomando más interés en mi blog, y disfrutando de una de las cosas que más me gusta hacer en este mundo, escribir ;).
P.S.: Notapreti Así es mi padre! XDDDDDDDD

not a pretty girl -

Hahaha Vaya circo :D Lo que me sorprende es la naturalidad con que se lo tomaba el padre :P

Me ha gustado :)

Turandot -

Jajaja, buenísima, qué manera tan fresca de contar las cosas, me encantó!
Menos mal que la familia de Ana, era considerada, lo hace en mi antigua finca y lo tiran a pedradas, juasss
Un besote!

lua -

Buenísima la historia moonsa, me ha encantado en serio :)

Dark kisses

hija e la Luna -

¡Como para no correr!
Entiendo que a Ana le resultara inquietante no haberle visto siquiera la cara al estudiante, sobre todo siendo vecinos...