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Desde la azotea de una polifacética ligeramente pirada...

Tinta sobre tiempo III

Tinta sobre tiempo III Al día siguiente se lo contó a Conchi, y le preguntó si sabía algo acerca de la casa. Ella le respondió que no había oído nunca hablar de una casa tan cerca de allí, y le miró como miraría a uno de sus hijos si le acabara de decir que había visto un elfo saltando de seta en seta por el bosque.
No insistió. Era dolorosamente obvio que no valía la pena. Aquella mujer era educada, y cortés, pero las conversaciones que podía mantener con ella siempre acababan pareciéndose a las típicas que se tenían en un ascensor, esas en las que al final ambos interlocutores se encuentran mirando los fluorescentes del techo. Bueno, él se quedaba así; ella se abstraía totalmente, su cabeza se iba a otra parte, a veces ella misma se iba literalmente a otra parte dejándole plantado con una última sílaba aun colgando de los labios, como una lágrima huérfana.
Avanzó por el camino recordando su sombra deslizándose por la casa, eficiente, ligera, silenciosa, esquiva.
Había llegado al lugar donde el día anterior había dejado de trazar el sendero. Miró detrás de él. En el suelo se veía la huella de sus trabajos. Realmente había avanzado mucho. Se descolgó la mochila, guardó el disc-man y sacando las herramientas se puso manos a la obra.
Entre las espinas que se enredaban en su ropa y se lanzaban a veces sobre él como latigazos, siempre creía atisbar algún pájaro, un gato o un conejo; oía movimientos y escudriñaba los alrededores por entre las hojas y las flores blancas y rosadas, preludio de compota de moras que haría las delicias de los niños en Septiembre.
A su derecha vio algo, más piedras, parecía un pozo.
Javier decidió desviarse un poco del camino para ver si el pozo contenía agua. Con gran sorpresa no tardó en descubrir que, además de tener agua, y una profundidad considerable (cosa que comprobó lanzando una piedrecita, con el estómago encogido, dentro de la resonante oscuridad), había sido recientemente utilizado. La piedra tardó un poco en llegar, pero finalmente pudo oír su chapoteo. Pensó en volver con una cuerda para atarla a algo pesado y comprobar la profundidad. Se preguntó entonces perplejo para qué, pero sabía que lo haría, quizás era sólo su curiosidad, vieja compañera que le había causado tantos problemas, pero también le había bendecido con gratas y generosas sorpresas.
El caso es que el pozo parecía haber sido usado. Estaba desbrozado por el lado opuesto al que había despejado Javier, donde se iniciaba un diminuto camino de hierbas pisoteadas que enseguida se confundía con la maleza. Y había una señal clara. El borde estaba mojado y chorreante, como si hubieran sacado agua de él hacía muy poco.
¿Quién sacaba agua de un pozo oculto en la maleza, que manaba tan abajo, y en el que no se veía ni cubo ni cuerda, sino tan sólo una vieja polea oxidada y vacía?. Aquello le desconcertó, pero su mente se negó a penetrar en aquel nuevo enigma sin haber resuelto primero el que le había llevado hasta allí.
Volvió al camino principal, y siguió cortando ramas, con fuerza, rápidamente (demasiado quizás). En pocos minutos se dio cuenta de que más que abrir un camino en la espesura, estaba luchando contra ella con verdadera rabia. Y la vegetación se defendía con uñas y dientes; cuanto más violento y agresivo era él, más arañazos y golpes recibía. Pero seguía avanzando, con un ligero zumbido en las orejas, casi mareado. Más tarde pensaría de dónde procedían la ira y la locura que le impulsaban en su quijotesca batalla con la maleza. Ahora sólo podía seguir. Una rama gruesa le golpeó con fuerza el pómulo izquierdo, y al realizar un movimiento brusco para apartarla, una espina se desprendió de su botánico enemigo para incrustarse en su mejilla, haciéndola sangrar.
Se detuvo, jadeando. Aquello era una locura.
Se quitó la espina y soltó un malhumorado gruñido. No le gustaba perder el control de ese modo. Oteó las sombras delante de él, y suspirando se volvió para recoger las herramientas. Era hora de volver a casa. Se secó la sangre con un pañuelo, y se quedó mirando la mancha roja sobre la tela azul, cansado, melancólico sin saber por qué.
Bebió un sorbo de agua de la botella que llevaba en la mochila. Estaba asquerosamente tibia. Sucio y lleno de arañazos, emprendió el camino de vuelta bajo el sol del atardecer. Necesitaba una ducha. También le hubiera gustado tener a alguien que limpiara sus heridas (no sabía con certeza si estaba pensando en las del cuerpo, o en las del alma), que le revolviera el pelo y le escuchara hablar entusiasmado de sus descubrimientos absurdos. Pero al llegar sólo encontraría a Conchi, con una reprimenda muda en la mirada y una aséptica indicación acerca de las toallas limpias.
Si al menos tuvieran un perro, probablemente saldría al camino a recibirle y terminaría de ponerlo perdido apoyando las patas sobre su pecho. Pero los niños le habían contado que tuvieron uno cuando papá vivía con ellos, y murió. Después mamá nunca más quiso otro perro.
(Continuará...)

Imagen: "Stone Well" Mark Carey
11:48 p.m. Escuchando: Dead Can Dance - Whitin the Reialm of a dying Sun

16 comentarios

Turandot -

No me conviene? ahora entiendo pq me cae bien xDDD

Moonsa -

Kuantic que alegría verte por aquí! :*

Kuantic -

Ese dibujo parece obra de cierto personaje silencioso que conozco... ;) A ver como sigue esta historia.

Brisa -

Cuidas todos los detalles, y eso hace que te quede así de bonito, y seguro que también cuidarás el hecho de que él no quiere estar solo... Le hubiera gustado alguien que limpiara sus heridas, y las del cuerpo se pueden curar solas, pero las del alma.....
Besitos y no tardes mucho en la continuación ¿vale? Estoy esperando.
Besitos Moonsa.

Marta -

Cariñooooooo, me encanta como escribes, pero déjame que mañana te comente algo, que tengo exámen, y estoy de los nervios nerviosos!!
Besos de polvo de hadas.

gabriela -

vaya... me ha dejado una sensacion de soledad que ... uff
muy bello, continualo por favor
un beso

Lyzzie -

Ooooh! Hoy has sido tú la que me ha recordado algo!! La peli The Ring! No digo más pq veo que Sen ha pensado en lo mismo que yo, por si la ves!! ;p. Me gusta esta historia, pero cada vez consigues dejarme más en ascuas!! Muchos besos!!

Moonsa -

Lluís ;PPP

Sen -

Perdona, igual debí poner el enlace. Sí, me refería a la peli de terror japonesa (la original, vaya, porque luego hicieron un remake yanki que sobraba). Cuando la veas, entenderás lo del pozo XD

Lluís -

toda historia que se precie, necesita intriga, pero sobre todo no te olvides del ingrediente más importante: sexo (jejeje)

Moonsa -

Sen he tenido que buscar Ringu en Internet XDD. Ya pillo, la peli de las cintas de video, aunque igual tu te referías al comic? Voy a ver si consigo algo acerca de eso porque tiene pinta de ser interesante. Gracias ;)
khandika estoy segura que mes a mes aprenderé a descifrar tus crípticos comentarios, :D. Gracias por leerme :***
Ess tienes razón, Conchi no es una mujer sin corazón, pero tiene sus razones para haberse "endurecido" que se sabrán a su debido tiempo ;)))
Turandot te gusta mi Javi? :D mira que es un bohemio sentimental y está en el paro eh, yo creo que no te conviene XDDDD
g Espero que os resulten al menos soportables :D Te confieso que estoy haciendo esto para obligarme a escribir un relato largo sin dejarlo colgado, y que esta vez (la primera, antes nunca sabía que pasaba después...)tengo un esquema de lo que va a pasar, casi hasta el final...
Muchas gracias a todos por seguir mi "experimento literario" :****

g. -

Esos "continuará" son..., terribles... :)

Ess -

Pues me sigue gustando el misterio de Conchi, yo creo que ahí va a haber tema.

Turandot -

Javier me inspira una profunda simpatía, y ternura.
Me encantan las connotaciones de este personaje, aventurero pero al mismo tiempo que necesita que alguien le dé su apoyo o el empujón para sentirse realizado... es un personaje que enamora :)
Me está encantando este relato, y tengo muchísimas ganas de saber qué se esconde tras el misterio que lo tiene preso :D

Sen -

Cuando pienso en pozos, pienso en "Ringu", una que es así XD